Segmento ciclista en el Ironman de Lanzarote (I)

Pablo Cabeza Sánchez Ironman, Lanzarote, Triatlón Dejar un comentario

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Tras el artículo Claves para la natación en el Ironman de Lanzarote, continuamos con la serie dedicada a esta épica prueba, con la primera parte de nuestro análisis sobre el trazado ciclista.

Recuerdo que la primera vez que me hablaron del recorrido del Ironman de Lanzarote temblé. Leyendas de caminos discretamente asfaltados, vientos constantes de 30 kilómetros por hora, cuando no más y sol abrasador sin cobijo durante toda la prueba.

¿Qué me atrajo de aquella isla atormentada por los alisios y su prueba? La aventura, la superación y la curiosidad. Lo que a todos los humanos que se atreven con una experiencia de tintes homéricos. Así me parecía a mí entonces. Y me enfrenté a aquellas carreteras junto a un puñado de españoles y una mayoría de ingleses y centroeuropeos, sin ni siquiera atreverme a recorrer el circuito previamente. Descubrirlo el día de la prueba, casi a fuego. Luego, durante años, he recorrido en competiciones y entrenamientos la isla que me enamoró y hoy me atrevo a contaros mi visión de este maravilloso viaje por la lava, la tierra, el sol y el viento.

Una sola vuelta y un desnivel positivo de casi 2.600 metros *. Ni siquiera habiendo entrenado a tiempo completo podréis dominar la prueba. Pero aplicando ciertas leyes y el sentido común, incluso los aficionados “del montón”, podrán superar el reto.


Ruta 194729 en www.bikemap.net* Valor aproximado. El desnivel positivo oficial según Ironman es de 2550 metros, aunque en frecuente que las mediciones realizadas por los participantes con sus GPS esta cifra oscile entre los 2100 y 2600 en función de diversos factores como el recorrido exacto medido y la precisión del dispositivo utilizado.

El inicio (Km: 0 a 35)

Una vez resuelta la natación con la solvencia pretendida, iniciamos el ciclismo por la Avenida de las Playas. El inicio debe ser cauteloso, escuchando el cuerpo y chequeando que todo esté bien. Emparejando sensaciones y dígitos, (preferentemente vatios, y en su defecto, pulso). Enseguida salimos de Puerto del Carmen por la circunvalación hasta Puerto Calero. Bajo nuestro punto de vista, es clave afrontar los primeros kilómetros a la intensidad correcta, tarea complicada si no medimos correctamente el esfuerzo. La puesta a punto previa y el descanso, además de la euforia del momento, hacen difícil percibir la tasa de intensidad aplicada y se necesitan datos o experiencia. A menudo algunos triatletas arruinan la prueba en el tramo inicial que nos lleva hasta Yaiza, a 240 metros de altitud desde el inicio, a nivel del mar, por un trazado plagado de toboganes y duras pendientes, como la que nos conduce desde Puerto Calero hasta la rotonda de La Asomada, normalmente con el viento de cara.

El Golfo y Timanfaya (km 36 a 58)

Afrontemos el tramo desde Yaiza hasta Los Hervideros buscando ser lo más aerodinámicos posible. Viento de cola y a menudo lateral que debemos saber gestionar ahorrando el máximo de vatios.

Disfrutemos del magnifico paraje de Los Hervideros, un mar de lava bañado por el océano y el sol. Un paraíso sin construcciones, ni casi vestigios del hombre y el asfalto que se confunde con la lava. Recreémonos antes de afrontar la subida a Timanfaya, un tramo desde El Golfo de unos 10 kilómetros, al 3% de desnivel medio, pero en el que hay que saber gestionar los pequeños repechos de hasta el 10 y 12% y no “atascarnos” ni acumular picos de potencia excesivos, más propios de un fartlek que de un esfuerzo continuo, que tarde o temprano nos podría pasar factura.

Un pequeño secreto sería afrontar la recta de Timanfaya, normalmente con el viento en contra, ya desde el inicio con el plato pequeño, e intentando con desarrollos no muy duros alcanzar la intensidad óptima. De esa intensidad hablaremos en una próxima entrega.

Tinajo – Famara – Teguise (km 59 a 97)

Desde las Montañas del Fuego hasta la Caleta de Famara es un tramo muy apto para grandes rodadores, que podrán sacar gran partido de la aerodinámica y de la potencia absoluta. Algún pequeño tobogán que no hay que desdeñar para no pasar ciertos límites y casi toda la ruta con desnivel favorable hasta La Santa.

De La Santa a Soo, hay cierta fruta que comienza a madurar prematuramente. Aquí, justo antes de entrar a Soo, hay un violento repecho de alrededor de un kilómetro que nos sitúa en un larguísimo llaneo-bajada hasta Famara con el viento en contra, aquí  de nuevo quienes llevan “cabra” tienen  un cierto plus. Al atravesar la Caleta de Famara y antes de girar a la derecha con dirección a Teguise debemos prestar atención a un tramo de unos 400 metros de asfalto invadido por la arena de las dunas y con agujeros que debemos casi adivinar para no llevarnos un susto… y ahora, a subir lenta y ligeramente por un evidente tobogán o larga montaña rusa, en una zona casi desolada y con viento normalmente a favor en la que hay que concentrarse pues la zona más “caliente” de toda la prueba está a punto de iniciarse. A nuestro entender, esta zona comienza aquí, y sobre todo ya a partir de la rotonda en la que giramos a la izquierda para afrontar los 4 kilómetros de ascensión progresiva hasta el pueblo de Teguise, aquí el viento vuelve a castigar de cara y, aunque observemos las casas casi a nuestra altura, el ascenso puede dejar huella. Ánimo. Estamos prácticamente en el kilómetro 100.

Los Valles – Mirador de Haría – Mirador del Río (km 98 a 119)

Superamos Teguise y volvemos a acoplarnos hacia Los Valles. A nuestra derecha, la Guardia Civil detiene a los conductores que no podrán sobrepasar este punto, que queda casi cerrado a los aspirantes a Ironman. Casi en absoluta soledad comenzamos a ascender los casi 5 kilómetros al 5% de desnivel medio hasta el avituallamiento especial en el kilómetro 104. Asfalto impecable y calzada amplia y la carretera que poco a poco se empina, revuelta a la derecha, revuelta a la izquierda y como Quijotes modernos, podemos ver los molinos de energía eólica girando y nosotros, luchando contra los elementos. Aquí el viento puede ser ocasionalmente fuerte de cara, pero podemos incluso a tramos largos acoplarnos para gestionar mejor energía y reservas.

Aprovechamos el avituallamiento especial para recargar energía. También para proveernos de bidones con nuestra bebida, nuestros geles o barritas. Mejor parar un momento. No sería la primera vez que algún triatleta, por no parar, ha introducido, ayudado por el viento la bolsa del avituallamiento entre los radios de sus ruedas, autoprovocándose la caída o alguna avería.

Atención a la bajada. El asfalto es nuevo y perfecto, pero las curvas muy cerradas camino del Valle de las Mil Palmeras. Justo antes de entrar en Haría, quitamos el plato grande pues dos curvas encadenadas ya dentro del pueblo, primero derecha y luego izquierda nos dejan al pie de un repecho violento de unos 400 metros. Callejeamos entre casas blancas; de ahí hasta el Mirador del Río, toboganes en los que se sufre y luego se recupera y en los que no debemos pasar el umbral. Podemos pero no debemos, por mucho que el viento nos obligue. Y para ello, recomiendo un desarrollo de 36×25 o incluso mejor 34×25 si nuestro nivel ciclista es medio. Los profesionales utilizarán 38×25 o 39×25.

Capítulo aparte merece el repecho de Guinate. Tremendo. Con el viento en contra y más de un 12% durante 400 metros nos acordaremos de no haber montado un piñón con un diente más. Bajada rápida y cruce a la izquierda y entre muros de piedra afrontamos el Mirador del Río. Particularmente pienso que es más llevadera que Haría y mucho más bella, con aguas color esmeralda y la isla de La Graciosa a la izquierda. 400 metros finales al 10% nos sitúan en lo más alto, avituallamiento, giro a la derecha y descenso prolongado…

En la siguiente entrega, analizamos los kilómetros finales y la intensidad con la que debemos afrontar el segmento ciclista.

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