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Como ya sabemos, el aspecto mental o psicológico puede influir de forma muy pronunciada en el rendimiento deportivo. Los deportistas amateur en la mayoría de ocasiones no contamos con todo un equipo multidisciplinar a nuestro alrededor, tan sólo poseemos a nuestro “hombre-orquesta” o entrenador, que deberá hacer las veces de pilar básico de apoyo psicológico, sumado al conocimiento que poseamos de nosotros mismos y de como reaccionar ante diferentes respuestas, en este caso provenientes del entrenamiento o la competición.
El running, el triatlón, el ciclismo y la gran mayoría de deportes de fondo, poseen las mismas situaciones susceptibles de una mayor atención o trabajo psicológico, simplemente deberemos conocerlas, adaptarlas y trabajarlas acorde a nuestra especialidad.
En este primer artículo, trataremos las respuestas derivadas de períodos de entrenamiento intenso, aquellos que son más susceptibles de causar algunos problemas a nivel psíquico en nosotros mismos o en nuestros deportistas.
Situaciones y respuestas emocionales derivadas de períodos de entrenamiento intenso
Nuestros deportes requieren un exigente entrenamiento, existiendo en muchos casos por parte de entrenadores y deportistas una tendencia hacia el exceso de este, dando en muchas ocasiones poca importancia al descanso. Minusvalorando los efectos negativos que puede tener en el organismo el sobreentrenamiento o una fatiga acumulada que puede a veces llegar a convertirse en crónica.
Es por ello que en períodos de elevada carga de entrenamiento aparecerán respuestas emocionales derivadas de los intensos estímulos físicos a los que sometemos a nuestro organismo. Estas respuestas pueden ser positivas y acordes a la carga o excesivas y negativas.
Evidentemente estas respuestas emocionales negativas pueden aparecer con diferentes grados de importancia, una respuesta normal y adecuada a un período de mayor carga debería resolverse simplemente con una recuperación y cuidados normales y adecuados.
El problema se presenta cuando esta respuesta es excesiva y conlleva respuestas psicofisiológicas adversas durante un período más o menos prolongado de tiempo, derivando en situaciones tales como:
- Relaciones interpersonales: modificación de la conducta propia y en nuestras relaciones diarias y más cercanas
- Estados de ánimo del deportista: alteraciones visibles como irritabilidad constante,cambios bruscos de humor, apatía.
- Alteración del sueño y apetito: problemas para conciliar el sueño a pesar del cansancio latente, poco apetito e incluso pérdida de peso.
- Depresión o abandono prematuro de la práctica deportiva
Claves para afrontar este tipo de situaciones
Existen algunas formas sencillas y aplicables a nuestra rutina que nos pueden servir para conocer como afectan las cargas de entrenamiento a nuestro estado psíquico y evitar respuestas emocionales no deseadas:
- Mediante parámetros fisológicos básicos: pulso basal y máximo, en diferentes momentos del día.
- Análisis conductual: una reflexión propia de nuestro comportamiento diario y una valoración de los posibles cambios en nuestra conducta en relación al aumento de la carga de entrenamiento.
- Escala de percepción: escalas de percepción del esfuerzo sencillas, como la de Borg o similar, conociendo así como valoramos subjetivamente el grado de intensidad de una sesión o periodo de entrenamiento.
Una vez conozcamos las respuestas de nuestro organismo, si detectamos algún cambio drástico en alguno de estos parámetros u otros similares podemos aplicar estos consejos para intentar atajarlos de forma conveniente:
- Reforzar períodos de recuperación: descanso entre sesiones, sueño, prioridad a sesiones regenerativas.
- Reorganizar sesiones: tratar de respetar el orden de las sesiones de entrenamiento propuestas por el entrenador, probablemente una reorganización personal y equívoca del entrenamiento conlleve a acortar los períodos estipulados de recuperación entre sesiones de diferentes incompatibles capacidades, lo que derivará en una mala recuperación.
- Apoyo: refuerzos positivos por parte del entrenador o propios, intentar ser más optimistas y conocer la situación en la que nos encontramos, no dejarnos llevar por el pesimismo momentáneo.
- Análisis y autoconocimiento: como se ha mencionado en el inicio, un conocimiento propio de la situación mediante una buena reflexión o incluso la aplicación de cuestionarios autoadministrables como el de los Perfiles de Estado de Ánimo (POMS), nos hará comprender en muchas ocasiones nuestras respuestas físicas y emocionales.
Referencias:
E. Andrade y col. “Aportaciones del POMS a la medida del estado de ánimo de los deportistas: estado de la cuestión” (2000) recuperado del Dipòsit digital de documents de la UAB: http://ddd.uab.cat/record/63378
Ricardo de la Vega. “Control emocional en el ARD” UCAM – COE
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